Barack Obama resultó elegido como el próximo presidente de Estados Unidos luego de realizar una exitosa campaña que tenía por eslóganes «Cambio», «Esperanza» y «Si, podemos». Obama —como ya se ha mencionado— se ha convertido en el primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos y aunque le toca dirigir al país en una época difícil, el resultado de sus gestiones redundará desafortunadamente en todos los que como él signifiquen un cambio.
Un cambio más de forma que de fondo —sin que con esto demerite las propuestas del presidente electo— pero si lo que se espera de Obama no llega a ocurrir, muy seguramente en ese momento saldrán las voces que no solamente criticarán su gestión sino aquellas que comentarán que «eso es lo que pasa por elegir a un presidente negro». No dirán que el presidente no estuvo a la altura de las circunstancias, o que no supo responder ante las dificultades, sino que culparán a los afrodescendientes sólo porque uno de ellos no cumplió con las expectativas.
Sin embargo, algo muy diferente habría ocurrido si el ganador hubiese sido McCain, ya que si no resultaba ser buen presidente le habrían echado la culpa a su avanzada edad, a sus consejeros o a quién sabe qué. Pero no a los «blancos». ¿Por qué? Después de todo McCain no era el primer presidente «blanco» en alcanzar la presidencia. Y ese es quizás uno de los mayores retos que tiene Obama: Dejar «bien parados» a los afrodescendientes para que esa oportunidad que él logró conseguir, pueda ser alcanzada por otros.
Y es que a final de cuentas, la noticia ha sido que ganó el candidato de ascendencia africana, no que ganó quién tenía mejores propuestas, o quien hizo la mejor campaña. Quiérase o no, el asunto del color de la piel del futuro presidente estadounidense juega un papel importante en un país que hace poco más de 40 años tenía bien marcados los derechos de «blancos» y de «negros». En ese sentido si Obama logra ser el cambio y su gestión es bien recibida por la mayoría de estadounidenses —no por todos ya que no falta quienes critican todo— probablemente consiga que su color de piel pase a un segundo (o tercer, quinto o décimo) plano y en cambio se tengan en cuenta sus logros y falencias como mandatario. Pero si no resulta ser así, temo que pasará mucho tiempo para que un afrodescendiente pueda volver a ocupar este cargo. Esperemos que esto no suceda.
Uno más del montón 